Introducción Histórica
Dentro del antiguo recinto amurallado de Baeza, al fondo de una triste
plazoleta con acacias, frente a la algarabía decorativa del gótico flamígero que Guas imprimió a la
fachada del Palacio de los marqueses de Jabalquinto, antiguo seminario y hoy universidad internacional
de Andalucía, se alza ruda, sencilla, sobria, como la época que la vio nacer, la fábrica del más antiguo
templo baezano existente en la actualidad, la de la iglesia de Santa Cruz, que guarda en su seno la
síntesis de las más primitivas formas arquitectónicas utilizadas por el cristianismo durante la edad
media. A lo largo de sus trece siglos de existencia, esta iglesia ha tenido una vida cambiante, desde
Parroquia del sagrario, bajó a la categoría de ermita auxiliar de la del Salvador (1), y de templo elegido para oficios y visitas reglas (2) llegó a la ruina, de la que la ha salvado una de las más
inteligentes y completas restauraciones que la Dirección General de Bellas Artes ha realizado en esta
zona. Gracias a esta restauración, no solo se ha evitado la destrucción y el abandono definitivos,
destacando cumplidamente toda su belleza e importancia artística. Oculta por toscas y pretenciosas
reformas posteriores , sino que ha permitido el hallazgo de vestigios y huellas que nos aclaran en forma
decisiva , la antigüedad del templo, tema, que Cózar Martínez, abordó desacertadamente , pues la
consideró vieja mezquita, por una errónea apreciación de las características del estilo románico (3), único aparente en los días que escribió su meritorio
libro, siendo ésta también la razón de que otros autores hayan emplazado la fecha de su fundación, en la
reconquista de Baeza por San Fernando (año 1227), junto a la de otros templos baezanos ya desaparecidos,
(Los de San Juan Bautista y San Pedro), dado que el estilo románico predominante en su construcción
hacia pensarlo así, ante la ausencia de otros elementos constructivos de mayor antigüedad. Pero al
hacerse las obras de restauración, apareció incrustado en el lado de la Epístola, muro sur del edificio
y lateral del ábside, un arco de herradura, formado por dovelas lisas, con rebaje lineal en las juntas y
unas archivoltas también lisas, que se continúa en una impostilla bajo los salmeres, y este
descubrimiento tiene una excepcional importancia para fijar la cronología de fundación de esta Iglesia.
Este arco, por razones que más adelante se explicarán, es una muestra de
arquitectura visigoda, rarísimo ejemplar en esta zona de Andalucía, intensamente colonizada por el Islam
y por ende con los edificios religiosos de los cristianos sometidos a frecuentes destrucciones en las
sucesivas oleadas de invasiones y civilizaciones musulmanas. Su aparición y aprovechamiento, dentro de
uno de los templos construidos a raíz de la Reconquista, nos permite sustentar la hipótesis de que la
parte románica del edificio, la casi totalidad del mismo, no es otra cosa que ampliación de un primitivo
templo visigodo del que no ha quedado más vestigio que el arco citado, posiblemente portada de una
capilla de aquella época tan discutida de la Sede beaciense (4) y
prueba también, en cierto modo, la presencia en ella del culto cristiano bajo la dominación musulmana (5), pues de no ser así, es muy problemático que el “magíster
eclesiae” románico, respetara este elemento constructivo tan pobre, precisamente en la parte más noble
de la iglesia, su cabecera, y donde los muros debían soportar la mayor carga de la pétrea bóveda de
cañón del ábside. Dentro de este elemento visigótico, el templo en su estado actual es puramente
románico y corresponde a la época de la Reconquista de Baeza por San Fernando el día 30 de noviembre de
1227 (6), a partir del cual Baeza repoblada por infanzones
castellanos y leoneses bajo el caudillaje de D. Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, quedó
definitivamente incorporada a la corona de Castilla, según cuenta la Crónica General de España.
Al
decir que esta iglesia corresponde a la época de San Fernando, solo queremos referirnos al tiempo de su
construcción o restauración, pero no al estilo, pues el románico llega a Baeza con un siglo de retraso,
de tal forma, que cuando ya en Castilla habían pasado de moda y el gótico saliendo de sus primeros
balbuceos comenzaba a mostrarse espléndido en las soberbias catedrales, en estas tierras de vanguardia,
recién incorporadas al cristianismo, comienza a construirse según cánones rebasados por el nuevo estilo,
hacia más de cien años. Se trata de una supervivencia arquitectónica. Mantenida por maestros, que
desplazados por una nueva estética, se unieron a las tropas y pobladores de zonas donde su arte ya
anacrónico, podía seguir constituyendo una novedad. Escasas, por no decir ningunas, fuentes documentales
existen sobre esta iglesia, pues en sus libros de fábrica, conservados en el archivo del Salvador, aun
cuando arrancan del año 1495, hasta el año 1575, no aparecen asientos relativos a obras, y una y otra
fecha, son muy posteriores a la construcción de la iglesia, por lo que sus autores, motivos y
circunstancias de su erección continúan en el anónimo.
